Capítulo 2: War, Celdas del Coliseo, Pangea (Segunda parte)


Nos quedamos en silencio. Él me va lavando las heridas cuidadosamente, quitando suciedad de ellas. Escuece, pero no me quejo. De vez en cuando pide que saque una pierna del agua, por ejemplo, para poder examinar y limpiar. Cuando considera que estoy lo suficientemente desinfectada, me pide que me levante y salga de la bañera. Le hago caso, y alcanzo una toalla grande antes de que la coja él, porque es un hada y es demasiado peso para un cuerpo tan  ligero y pequeño como el suyo. Vale la pastilla de jabón, y vale que me limpie; pero nada de sobreesfuerzos.
Me seco con la toalla rápidamente, no me gusta quedarme envuelta en ella porque luego tengo más frío al salir. Me seco el pelo un poco, y como siempre queda revuelto y lleno de pequeños picos por todas partes, sobre todo a los lados. Me miro en el espejo de cuerpo entero que hay a mi derecha. Tengo heridas que siguen abiertas, pero la sangre apenas se ve sobre mi piel oscura. Mi cabello rubio claro, ahora humedecido, destaca sobre el resto de mi cuerpo; al igual que mis ojos azules. Tengo un cuerpo atlético, fuerte, soy alta, de espalda ancha y pechos voluminosos, y a pesar de todo esto tengo atractivas curvas de mujer.
Mis pómulos se marcan, tengo unos labios grandes y carnosos, y una nariz ancha; rasgos típicos de mi raza. Mis encías, en vez de ser rosadas, son levemente marrones, y tengo los dientes un tanto amarillentos. Además de todo esto, las cicatrices decoran mi cuerpo por bastantes partes.
Me fijo, de pronto, en mi brazo izquierdo, enteramente metálico. Paso la mano derecha por él, intentando notar los dedos acariciar la superficie, pero sólo siento el tacto del metal. Muevo los dedos de la mano, tratando de notar el movimiento, pero es como mover un miembro dormido. No sé exactamente cuánta fuerza tengo que aplicar al coger objetos o al darle una palmadita en la espalda a alguien. Detesto mi brazo metálico. Lo detesto.
Estoy empezando a plantearme arrancarlo, como he querido  hacer en otras ocasiones, cuando Domine dice:
- War, voy a aplicar magia curativa.
- Como siempre, Domine, como siempre - digo, sonriendo levemente y mirándole con cariño.
Él también sonríe un poco, y después cierra los ojos y frunce el ceño. Noto sus pequeñas manos apretando un solo dedo de mi mano derecha, y después siento un agradable calor emanar de ellas. El cuerpo de Domine empieza a iluminarse en un color anaranjado, y después esa luz me empieza a envolver lentamente a mí también.
Me fijo en una de mis muchas nuevas heridas, una que hay en mi brazo. Cuando la luz llega a ella, empieza a recuperarse con una rapidez pasmosa. Puedo ver cómo se cierra, cómo deja de sangrar, cómo la piel se vuelve a unir.
Siento que floto, aunque no lo hago, y también siento como la luz acaricia mi piel. Me recorren placenteros escalofríos, y una templada sensación de tranquilidad empieza en mi pecho extendiéndose por mi cuerpo hasta ocuparlo en su totalidad.
Sin que pueda evitarlo, cierro los ojos y empiezo a respirar con lentitud, disfrutando de la paz que me llena. Esto, tener a Domine sanando mis heridas, es una de las cosas que merecen la pena tras una batalla. A parte de la mera victoria, por supuesto.
Entonces, empiezo a notar como el calor de la magia y la paz que trae consigo empiezan a desaparecer. Noto de nuevo mis pies en el suelo, las pequeñas manos de Domine tocando mi dedo. Le miro: está empapado en sudor, tiene el ceño fruncido y la piel muy pálida. Me preocupo puesto que pocas veces le he visto así, y estoy a punto de decirle que pare cuando él aparta sus manos y deja de curarme. Noto una última y pequeña oleada de calor, y luego la sensación me abandona rápidamente.
Domine aletea un poco y luego para. Empieza a caer, pero le cojo con mi mano izquierda. Él se sienta, llevándose una mano a la cabeza.
- ¿Estás bien? - le pregunto, caminando hacia mi cama.
- No, no muy bien. Hoy has venido con muchas heridas - contesta. Intenta levantarse mientras dice no sé qué de revisarme, pero se lo impido poniéndole mi dedo pulgar metálico en la cabeza.
- No, pequeño, tienes que descansar - le digo - No quiero que la mejor hada curativa de todo el Coliseo y probablemente todo Pangea esté fatigada - le cojo suavemente de la túnica corta que lleva puesta y le poso sobre mi almohada. Él se tumba, exhausto.
- ¿Y si hay una herida que no se ha cerrado bien? - pregunta, mirando al techo.
- Bueno, es sólo una, no me va a pasar nada - me tumbo a su lado, con cuidado de no aplastarle con la cabeza o taparle con el pelo. Es entonces cuando me doy cuenta de que estoy completamente seca. Siempre se me olvida que la energía curativa seca la piel y el pelo.
Cierro los ojos. A pesar de la curación, estoy cansadísima. Necesito dormir para recuperar vida y energía. Lo necesito… Empiezo a pensar en los pocos niveles que me quedan para llegar al doscientos, y sonrío. Mi meta es el nivel trescientos, después de ése nivel abandonaré el Coliseo y buscaré por mí misma a Gabriel por toda Pangea. Todos los anteriores jugadores que le han buscado hasta ahora son unos inútiles. ¡Y pensar que hay jugadores que lo llevan buscando desde que se creó del juego y no le han encontrado! Bah, ineptos. Yo, War, me pasaré la primera y supuestamente imposible misión del juego, y una vez más la gloria y la fama caerán sobre mí.
Lo que se necesita es ser de un buen nivel y estar muy bien preparado. Por supuesto, Domine vendrá conmigo. Yo atacaré a todo lo que se me ponga por delante y lo mataré, y él curará mis heridas. Así, los dos, juntos, llegaremos hasta Gabriel, le salvaremos, le traeremos de vuelta a con su esposa Hell, y desbloquearemos la segunda misión.
Empiezo a imaginar la fama y el reconocimiento que alcanzaremos cuando oigo unos golpes en mi puerta. Seguidamente, uno de los guardias dice:
- ¡War, la entrevista es en diez minutos! ¡Tienes que ir a la sala de prensa!
Gruño. No me gustan las entrevistas, pero son necesarias. Domine parece intuir mi estado de ánimo y dice:
- No tienes por qué ir…
Le miro. Está tumbado bocabajo, con su pequeña cabeza hundida en la almohada y las alas en reposo. Se nota su agotamiento.
- Sí que tengo que ir. Tengo admiradores con ganas de saber de mí - digo, y me levanto. Veo que él empieza a aletear para venir conmigo, pero pongo un dedo entre sus dos alas, en la espalda, para no tocarlas, y le digo - No, tú quédate aquí descansando.
- Pero tus heridas… quizá haya alguna que no haya cerrado bien y tenga que coser… - dice.
- Tengo vendas, y me encuentro perfectamente - miento. No me encuentro perfectamente. Estoy cansada, necesito dormir y dejar El Juego entre cinco y ocho horas, pero también tengo que ser entrevistada. Todo sea por la fama.
Voy hacia el baño de nuevo y empiezo a vendarme las pocas heridas que han quedado un tanto abiertas mientras pienso que mañana apareceré en las revistas especializadas en El Juego, y que hoy, en directo, apareceré en Pangea TV, y en ése canal especializado en El Juego que hay en la televisión del mundo real.
Siente la fama, War, siéntela

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Muchas gracias a Vocare Ad Regnum y Moonlighting Uchiha por comentar. También gracias a todos los que me comentáis en privado, como siempre; y a los que sois tímidos y leeis pero no comentáis. Con el ánimo y apoyo de todos conseguiré cumplir mi sueño de publicar Sangre sobre el pan :)

4 comentarios:

  1. Bua.. a esta gente le va lo sado joder...

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  2. Es que es perfeeeeeeecto. Has creado algo que es una maravilla, de verdad. Cada detalle, cada sentimiento, cada pequeño y diminuto rincón del mundo que has creado... Es increíble. Y me encanta, hasta el infinito y más allá.
    Y... bueno, esas cosas. Tu fangirl se va al siguiente capítulo xD
    Garonne

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    1. AIIISH >O< Bueno, con ese comentario me has hecho sentir que el proceso de creación de todo (aprox. un año) valió absolutamente la pena. Me alegra que te fijes en las pequeñas cosas, en serio T^T Están ahí por algo. Al igual que me alegra que te encante :3
      Y jopé, FANGIRL. Eso son palabras mayores xD
      Nuevamente, muchas gracias por comentar y leer ^^
      ¡Un besazo!

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  3. Es asdfghjkl *------------*
    ¡Me encanta!
    Menuda historia, madre mía.
    Es que todo es especial. Nunca he leído algo así y me sorprende que me guste este tipo de historias, no soy mucho de leer cosas violentas (por así decirlo), pero es que me has enganchado y ¿qué llevo? Dos capítulos.

    Es muuuuuuuuuuy genial.
    PD: Qué mono es Domine, de verdad.

    Un beso,
    Ara.

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