Capítulo 11: Moses, su hogar, España.

La vibración del teléfono móvil sobre la mesilla de noche me saca abruptamente de un sueño repetido en el que camino por calles anaranjadas, destruidas por el tiempo, ayudando a todo aquél que me encuentro.

Alargo el brazo al tiempo que entreabro los ojos, temiendo el azote del sol en mis pupilas, sintiendo mis pestañas legañosas. Agarro el móvil y miro el mensaje que acaba de llegar. Basphemy me informa con palabras malsonantes intercaladas de que hoy no nos tomemos la molestia de entrar en Pangea. Día libre, al parecer.

Me incorporo y me rasco los ojos. Día nuevo, sí, mas no sé cómo aprovecharlo. Mi vida se ha centrado en El Juego durante el último año. Antes era periodista allí, y en la última semana… qué digo semana, en los últimos tres días, he estado mucho tiempo en Pangea deleitándome con sus maravillas.

Es una completa locura. Tres días en los que hemos ido a Bosque Tranquilo, luchado contra un golem de fuego, vuelto a Ciudad Coliseo, matado a un ninja, salvado a una mujer-topo y, finalmente, teletransportado a Ciudad Mercado. Sí, una completa locura. Nadie tarda tan poco tiempo en hacer todo eso. Supongo que somos un equipo fuerte, versátil y con suerte.

Me levanto con cierto esfuerzo y voy al baño como hace cualquier persona humana por las mañanas. Desde allí oigo trastear en la cocina a mi compañera de piso. Supongo que estará preparándose el desayuno. Sonrío al recordar aquél día que intentó hacer palmeritas y se le quemaron. Pobre mujer, no se le da muy bien cocinar.

Me lavo la cara y salgo del baño. Voy caminando hasta la cocina mientras pienso en qué podría invertir el tiempo de hoy. Creo que limpiaré la casa y luego iré al parque a dar una vuelta. Incluso podría dedicar un tiempo a mis creencias. Hace bastante tiempo que no lo hago y creo que sería bueno para mí.

Cuando entro a la cocina encuentro a mi compañera de puntillas intentando alcanzar un plato colocado en un armarito alto. Viste con unos simples pantalones cortos que me permiten ver sus piernas completamente, y con una camiseta interior de tirantes que no deja mucho a la imaginación. Pestañeo una vez, observando su femenina figura, y después aparto la mirada mientras trato de quitarme ciertos pensamientos de la cabeza.

Me aproximo a ella carraspeando para que sepa que me acerco y alcanzo su ansiado plato. Ella me lo agradece sonriendo, y soy incapaz de no responder con otra sonrisa ante tal muestra de belleza por su parte. Sus mejillas se elevan achinando aún más su ya achinados ojos marrones, y su rostro parece iluminarse de alegría.

Sin duda no hay mujer en el mundo más perfecta que ella.

Ella, acostumbrada a que yo cocine incluso los desayunos, se sienta en la mesilla que tenemos en la cocina y en la cual solemos desayunar ambos. Yo, mientras ella me cuenta que ha tenido un extraño sueño en el que era arrastrada en camilla por un infinito pasillo de hospital, preparo desayuno para dos. Una vez terminado, lo sirvo y me siento para empezar a desayunar.

Observo su melena ondulada moverse a cada gesto que hace, a cada movimiento de cabeza. También me fijo en lo expresiva que es, en sus labios carnosos y su nariz un tanto aplastada. La escucho, interesado en todo lo que me cuenta. Asiento y digo frases cortas para que lo sepa.

Quizá debería decirle hoy, día libre, lo que siento por ella. Podría hacerlo ahora mismo, interrumpirla, improvisar. Decirle que tengo algo que contarle que seguro le interesa, y declararme. Confesar que la quiero desde hace meses, que siento unas ganas irrefrenables de abrazarla, acariciarla, besarla, de caminar dados de la mano, de saberlo todo de ella y de que ella lo sepa todo de mí.

Pero algo me frena, algo llamado temor. Temor no por su respuesta, si no por mi inexperiencia en temas amorosos. Sólo tuve una novia, y fue hace ya quince años. Éramos adolescentes y no duró demasiado. Dos, quizá tres meses. No lo recuerdo. Sí recuerdo pasión desenfrenada, labios hinchados por besos calientes, chupetones en el cuello, escenas de descubrimiento sexual en cualquier zona mal iluminada y aislada.

También recuerdo que no me dolió demasiado cuando ella me dejó. Ni si quiera recuerdo si lloré. Pero sí que recuerdo que la tarde que ella me dejó estuve pensando durante horas en mi moralidad, en lo que había hecho con ella. Estuve pensando toda la tarde y parte de la noche, llegando a plantearme grandes cosas, y ese día descubrí que me podía llamar a mí mismo creyente. Desde entonces, mi modo de ver a los demás y a mí mismo cambió. Desde entonces, soy mejor persona.

Llegué a sentir vocación, pero tras estudiar teología, tras hacer voluntariado, tras ver las noticias… tras todo aquello, perdí fe en las representaciones de mi fe en la Tierra, y decidí ser un creyente más, sin más pretensiones que basarme en la ley que dicta el libro sagrado, consistente en respetar y ayudar al prójimo sea como sea, pues todos somos personas, seamos como seamos y pensemos lo que pensemos; y eso es lo que importa. Ser personas ante todo nos iguala.

De pronto veo que ella se levanta y que yo me he quedado con el desayuno a medias. A veces entro tanto en mi mundo que dejo de sentir lo que hay a mi alrededor. Termino de desayunar rápidamente y me pongo a fregar platos a su lado. La que friega en realidad es ella, yo me dedico a secarlos un poco con un trapo y a dejarlos puestos en su sitio correspondiente.

Cuando terminamos de fregar, me doy la vuelta para dirigirme al salón, pero ocurre algo que jamás en mi vida habría imaginado que pudiera ocurrir: siento la mano de ella agarrándome el brazo. Me giro, sorprendido ante tal repentino contacto físico entre nosotras, y ella en un rápido movimiento se acerca a mí, se pone de puntillas y me da un rápido beso en los labios.

Mi corazón se desboca mientras veo cómo deja su mirada posada en mis ojos y cómo sus mejillas se encienden rápidamente a color rojo. Estoy muy sorprendido, pero parece impulsarme a agacharme un poco, tomar su barbilla entre mis dedos índice y pulgar para que alce la cabeza y responder a su anterior beso con uno más lento y prolongado, dejando que ambos sintamos el calor que desprenden nuestros labios.

Cuando nos separamos, no sé bien qué acaba de ocurrir. Ninguno decimos nada, nos dedicamos a estar de pie como dos pasmarotes, mirando a nuestro alrededor para evitar que nuestras miradas choquen. Yo, por mi parte, siento una mezcla entre alegría incontenible y vergüenza.

- Moisés – me llama ella. Vuelvo a mirarla y la encuentro con la cabeza un poco gacha y los ojos clavados en los míos – Hace mucho tiempo que deseaba hacer esto, y hoy por fin he reunido las fuerzas necesarias.

- ¿Cuánto tiempo, Rina? – pregunto, pronunciando su nombre.

- Si llevamos viviendo juntos aproximadamente un año, pues… desde los últimos nueve meses – responde ella, llevándose una mano a la barbilla, acariciando la piel que yo acabo de tocar.

Sonrío. Nueve meses deseando lo que acaba de ocurrir, y yo apenas seis. Bueno, miento, llevo deseándolo desde que la conocí; pero por aquél entonces era mera atracción sexual. Desde hace seis meses ha pasado a ser algo más en búsqueda de un beso tan cariñoso como el que nos acabamos de dar.

- Rina, creo que deberíamos empezar a pensar en nosotros como pareja más que como compañeros de piso – digo, tomándola de la mano.

- Opino lo mismo – responde ella, sonriendo plenamente, llenando su rostro de alegría – Eres un buen hombre, Moisés. Me lo demostraste aquella noche en la que me hiciste salir del turbio mundo en el que vivía; y me lo has demostrado este año siendo respetuoso conmigo en todo momento.

- Era lo que debía hacer, y lo que voy a seguir haciendo – respondo, acariciando su pelo, sin creerme del todo que esté sucediendo de verdad. Me siento en un sueño del que no quiero despertar.

- Y además de bueno eres guapo – añade ella, enarcando una ceja y sonriendo picaronamente.

Me río con ganas, ya que no me lo considero. Soy un tipo normal, y tengo suerte de que una belleza como ella considere que soy guapo y además quiera estar conmigo.

- Tú sí que lo eres – contesto.

Entonces se acerca a mí y me abraza apoyando su cabeza en mi pecho. Respondo a su abrazo rodeándola yo también a ella, apretándola contra mí, sintiendo el calor que su cuerpo desprende. Y aunque es verano y ya suficiente calor hace, no me importa, porque no hay mejor sensación que la que siento ahora mismo.

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Bueno, pues aquí estamos una semanuca más. Antes de nada, disculpad que haya tardado TANTO en responder vuestros comentarios del capítulo anterior. La verdad es que no tengo excusa, simplemente lo fui dejando y hasta hoy hemos llegado. No volverá a repetirse, de verdad, y espero que esto  no suponga un descenso en el número de comentarios.

En fin, con este capítulo finalizan los dedicados a los personajes; pero siento deciros que hasta el día 7 de Febrero no volveré a publicar nada nuevo. Sé que ese día cae en Jueves, pero es el día que termino los exámenes. La semana siguiente a dicho Jueves volveré a subir los Miércoles y retomaré el ritmo que he llevado hasta ahora. Es decir, me estoy dando un descansete (que en realidad no porque tengo que estudiar y hacer diversos trabajos) de dos semanas. Después de eso, volveré con las pilas cargadas y con mucho material ^^

Luego... también deciros que he hecho un blog personal. Sí, señores, un blog personal. En ese seguiré publicando, y os preguntaréis por qué. Bien, es porque ese blog no me supone apenas esfuerzo, mientras que este sí (corregir un capítulo, hacer un dibujo, adelantar en la novela para que el blog no llegue al mismo punto en el que está la novela... en fin, parece poco, pero es bastante trabajo xD). Os dejo el link aquí por si os queréis pasar y tal: http://explosionesenlacabeza.blogspot.com.es/

Por último, añadir que el dibujo de hoy es Rina, la compañera de piso de Moses y ahora su pareja xD Me he basado en esta imagen para dibujarla en el Paint.

Bueno, pues... Gracias, como siempre, a Pao D'Cid, Cgm, Dolores Enima Neag, Sara Menéndez y Borya_14 por haber leído y comentado el anterior capítulo ^^ Joer, de verdad, sois la caña y me animáis muchísimo con esto.

En fin, espero que os haya gustado el capítulo de hoy. Siento dejaros con la intriga hasta el 7 de Febrero. A cambio, os prometo una vuelta trepidante. Además de que quedan muchísimas cosas por pasar, no podéis perdéroslo ;)

¡Muchísimas gracias a todos por leer! 

Hasta dentro de dos semanas, amores :)